La advocación mariana como «Auxiliadora» tiene su origen en el siglo XVI, cuando los turcos invadieron Europa y se produjo la famosa batalla de Lepanto. En esa ocasión, el Papa San Pío V convocó a los cristianos a rezar el rosario para pedir la intercesión de la Virgen María, quien obtuvo la victoria para los cristianos. A partir de entonces, se comenzó a venerar a la Virgen María como Auxiliadora de los Cristianos.
La devoción a María Auxiliadora es una de las características más importantes de la espiritualidad salesiana. Don Bosco tuvo una gran devoción por la Virgen María y en particular por esta advocación. Solía decir que el éxito de su obra educativa se debía a la protección de la María Auxiliadora. Cuando pequeño, Don Bosco tuvo un sueño donde se dijo: «He aquí a tu madre», refiriéndose a María. A partir de ese momento, comenzó a promover la devoción a María Auxiliadora, entre los salesianos y los jóvenes a los que educaba.
La fiesta de María Auxiliadora se celebra el 24 de mayo. En esa fecha, los salesianos y las salesianas de todo el mundo celebramos la fiesta de nuestra Madre María y pedimos su intercesión para seguir adelante en nuestra obra educativa y evangelizadora.
La devoción a María Auxiliadora es una invitación a confiar en la protección maternal de la Virgen María en la obra educativa y evangelizadora de los salesianos, que se enfoca en los jóvenes y en su formación integral. La educación salesiana se basa en el sistema preventivo, que busca prevenir los problemas antes de que ocurran, y busca formar a los jóvenes en valores cristianos y humanos, para que puedan ser personas responsables, solidarias y comprometidas con la sociedad.
La devoción a María Auxiliadora también inspira a los salesianos a trabajar en la promoción de la justicia y la paz, en la defensa de los derechos de los jóvenes y de los más necesitados, y en la construcción de una sociedad más humana y fraterna.